En blanco

14.04.2023

- En blanco - 

Las luces blancas siempre me gustaron. Me dan la sensación de paz, de pureza. Hoy sin embargo, estoy aquí encerrada en cuatro paredes completamente blancas. En un cuarto donde sólo hay una enorme luz blanca y una cama la cual, para variar, tiene sábanas blancas.

- ¿Quién demonios decoró este lugar? -

Esa pregunta llega a mi mente y me distrae por un momento. No lo había notado hasta entonces, pero ni siquiera un bordado tienen. Todo es blanco y liso. Apenas logro distinguir dónde termina el suelo y donde comienza la pared.

Entonces dejo de mirar las sábanas y mi vista ahora está concentrada en la pared…

- ¿Dónde comienza la pared? -

Me levanto y comienzo a caminar.

- ¿En qué momento tomé asiento para empezar…? -

Doy un vistazo rápido hacia atrás y no había silla, ni sillón, ni un banco donde sentarme.

- ¿Dónde estaba sentada entonces? -

Por algún motivo esta situación no me pareció extraña y dejé de buscarle una explicación, cómo si fuera algo normal, cómo que si supiera la respuesta, o tal vez, cómo que simplemente no fuera de mi interés saberla.

Vuelvo a mirar al frente, dejando atrás la idea de la silla. Noté que la pared estaba lejos, pero a su vez el lugar parecía pequeño - ¿Cómo era eso posible? -

A mi alrededor había olor a limpio, ese olor fresco que sientes cuando sales de la ducha.

Entonces noté que estaba completamente desnuda. Pero no sentí pudor por ello. Tampoco frío, la temperatura era perfecta. - Afortunadamente no corre viento - pensé y entonces noté que no habían ventanas, tampoco había puertas. Pero no me inquietó en lo absoluto.

Miré al suelo y el suelo era de un material extraño, no se como describirlo. Me recordaba al hielo, pero no era frío, tampoco húmedo. Era perfectamente liso y transparente. En él se reflejaba lo blanco de las paredes y del techo.

- ¿Había un techo? -

Inmediatamente mi mirada se dirigió hacia arriba con la certeza de poder responder la pregunta simplemente mirando. Pero no, no sé si era un techo. Los techos son distintos, tienen un comienzo y un final, están sobre paredes y son de un material determinado.


Este "techo" era blanco - ¡Por supuesto que era blanco! ¡Todo en este lugar lo era! - Pero no sé de qué estaba hecho, parecía transparente o como si brillara. Pero era un brillo diferente, una luz rara, que no encandilaba. Una luz blanca, perfecta, potente, pero que podías verla fijamente sin que te cegara.

Entonces pensé que esto era algo así como lo opuesto a estar ciego. Pues un ciego lo ve todo negro, y yo lo veo blanco, un ciego no distingue las distancias y yo no las distinguía tampoco. Pero un ciego sí sabía cuando estaba de pié o cuando estaba sentado y yo perdí la noción de eso hace un momento.

Entonces la idea de la silla volvió a mi mente, pero esta vez comenzó a inquietarme. Y quise correr y corrí, pero no sé en qué dirección. Mi mirada siempre iba al frente y mis pies hacían siempre el mismo movimiento, pero a veces me desplazaba para delante y otras para atrás.

- ¿Cómo saber en qué dirección iba si no había nada más que blanco? -

Y recordé la cama. - ¿Tal vez era ahí dónde estaba sentada? -

Esa idea la descarté de inmediato pues yo vi la cama mientras estaba sentada. O bueno, mientras no estaba de pié. No puedo decir que fue mientras estaba sentada porque no sé si en realidad lo estaba.

Pero si no estaba de pié, entonces debería de estar sentada - ¿O existe acaso una posición intermedia? - Esa absurda idea me hizo reír, entonces me detuve.

- ¿No había dejado de correr en todo este rato? -

No me sentía cansada. - ¿Cuánto tiempo habré corrido?, ¿una hora, dos quizás? -

Entonces una idea me llegó tan fuerte a la mente que incluso la sentí como si me hubiesen golpeado la frente. - ¿Hace cuánto estoy acá? -

Y me dí cuenta que no sabía la respuesta.

- ¿Minutos, horas? ¿¡años!? - No no, años no podía ser, no tenía sentido. Quise pensar que fue lo último que estaba haciendo antes de… antes de…

- ¿¡Antes de qué!? -

Traté de tomar una referencia de algo y era como si todo fuera eterno, como si no hubiera un comienzo, cómo si siempre estuve ahí.

Entonces recordé que hace un rato estaba corriendo y antes de eso estaba sentada (o mejor dicho, no estaba de pié), y que noté que no había silla cuando quise ver dónde terminaba el piso y comenzaba la pared.

- ¿Y donde era eso?, ¿Dónde comenzaba la pared? -

Mis ojos analizaron desde mis pies en adelante, todo cuanto pudieron, pero no había un horizonte, no había un final, no había una pared.

Entonces me caí, no sé cómo pude caer si ni siquiera me estaba moviendo. Pero empecé a caer y no deje de hacerlo.

Quise gritar y me di cuenta que no tenía voz. Quise aferrarme a algo, pero no había nada, era todo blanco, a donde mirara era todo blanco.

Entonces me di cuenta que estaba cayendo hacia arriba.

- ¿Cómo era eso posible? - No lo sé, pero mi pelo me indicaba que así era.

O tal vez era hacia abajo y yo perdí la orientación de lo que estaba arriba y lo que estaba abajo. Eso tenía más sentido. Pero de todos modos no dejaba de caer (o de subir) y cómo no podía hacer nada, decidí abrir mis brazos y dejarme llevar.

- Esto debe ser lo más parecido a volar - Pensé. Sólo que yo no controlaba hacia dónde ir, ni siquiera sabía dónde estaba.

Entonces quise extender mis pies, del mismo modo que mis brazos, pero no pude, era como si estuvieran atados. Comencé a sacudirme mientras mi cuerpo seguía "volando". Quise liberar mis pies con mis manos y no pude, iba muy rápido y no podía controlar mi cuerpo.

Comenzó a faltarme el aire, la velocidad que había tomado hacía que entrara mucho oxígeno a mi cuerpo de golpe, como si sacaras la cabeza por la ventana de un auto en movimiento, que va a una gran velocidad.

Quería respirar, pero no podía, sentía que el mismo viento me ahorcaba, me quedaba sin aire, sentía la presión en mi cuello, mi cara se llenaba de sangre, como si estuviera de cabeza hacía mucho rato.

Abrí mi boca tratando en vano de tomar un poco de aire, pero cada bocanada de aire me ahogaba más.

La presión en mi cara era cada vez mayor, al punto que en un momento creí que iba a explotar.

Y de repente un golpe retumbó al unísono por todo mi cuerpo, como si hubiera caído en todas las posiciones, golpeándome cada milímetro de mi cuerpo en el mismo segundo, con la misma intensidad y contra la misma cosa.

Y el oxígeno entró en mi garganta en la proporción perfecta y mi cuerpo se sentó de golpe. Mis manos se aferraron a mis muslos con fuerza, mis ojos se abrieron gigantes, cómo si fueran a salirse de sus órbitas.

Lo primero que vi fue una pared, blanca de material a no más de dos metros de mi. Lo segundo fueron las sábanas, perfectamente blancas y lo tercero fuiste tú, tranquilamente durmiendo a mi lado, sin percatarte que yo me había ido a algún lugar, dónde no habían dimensiones, dónde no había arriba ni abajo, a un lugar que para llegar, no tienes que ir a ningún lado.

Pero ya estaba devuelta en mi cuarto, y al igual que en mi sueño, aquí también estaba desnuda, pero aquí sí hacía frío. Entonces lentamente dejé que mi espalda cayera, acurrucándome entre tú y las sábanas, volviendo nuevamente a cerrar los ojos.

- ¿Y que tal si no era un sueño, si en verdad me había ido? -

Mi mente se dejó llevar por estas ideas hasta volver a quedar completamente dormida…




¿Has disfrutado de este relato? 

→ ¿Qué más te gustaría leer acá? ←

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar